Mujer.
Una especie humana.
Diosas de la vida y de la luz.
Que rincones oscuros tienen, lugares a los que nunca llegaremos.
Dueñas de nuestra vida, todo un planeta desconocido.
Amigas fieles, infieles absolutas.
Madres incondicionales que abastecen con su cuerpo el primer jugo de vida.
Mirando de reojo en algún papel una frase de amor, para volver a oler un romance de verano.
Madre.
Una palabra, la primera quizás, será por eso.
Que pocas veces lo dije y que familiar resulta, hay una madre dentro de cada una o hay muchas madres para elegir por ahi.
Me aferro a una imagen y creo, dibujo. /////////////////sublimación
Cuerpo.
La tierra es madre, la madre es tierra, la virgen es madre, pero hay un cuerpo real.
Un lugar, un comienzo, pertenencia. ¿De dónde venimos?
Nuestro camino comienza dentro de un cuerpo.
¿Que mapa nos llevó? Caminamos desde un cuerpo hacia el mundo, una ventana o mundo previo, poco, caliente, hermoso, seguro.
Una cerradura que nos da permiso para espiar lo que nos espera.
Sin viceversa.
Cuanto misterio.
Un cuerpo, primer latido, que al compás del más grande va gestando sinfonías ancestrales.
La angustia se refugia en ese cuerpo perdido, en ese primer lugar, el punto de partida sin mapa de vuelta.
Instinto.
Cajita de música, compases con danza de sonidos/agua, océanos de vida, toda la humanidad en un cuerpo.
Sol.
Agua.
Tierra.
Vida.
No puede ser ajeno el cuerpo que te dio la vida, tu cuerpo, el cuerpo de otro, tu sangre, la sangre de otro, tu oxigeno, el oxigeno de otro, todo convive en una perfecta armonía de instintos perdidos.
Regina
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